Corría el año 1990 y recién salido del preuniversitario entre al servicio militar, por suerte había logrado un cupo en la Universidad, por lo que solo debía cumplir un año de servicio.
Por esta época mis compañeros de secundario comenzaron a irse de a poco de Cuba, NO, no se escapaban, resulta que la mayoría de mi grupo de amigos del secundario eran argentinos y chilenos que vivían en el edificio D2 de la zona 7 de Alamar, y como yo vivía ahí, eran mis vecinos. Así que entre varios cubanos, chilenos y argentinos, eramos como 20 pibes del IPU José Marti de La Habana Vieja.
Bueno, con la caída de Pinochet y la consolidación de la democracia en Argentina, comenzaron a retornar a sus países.
Con el paso del tiempo, algún que otro cubano del grupo también partió rumbo a Sudamerica y algunos amigos de la época post-secundario nos pedían los datos de nuestros amigos cuando viajaban a Argentina o Chile.
De esa manera Vitico cuando se fue de Cuba vino a la Argentina con los datos de Marito y se estableció por acá, mas tarde algunos argentinos viajaban y se quedaban en casa de Vitico, de esa manera conocí al Cuervo que viajo un par de veces con Viti.
Vale aclarar que la casa de Vitico estaba a meros 200 metros de la mía, por lo que tenia contacto casi permanente con su familia.
Resulta que allá por 1998 (suena lejos no?) yo tenia en mi casa hospedados a dos amigos mexicanos de Guadalajara que habían juntado unos pesos para conocer Cuba (no, no les cobraba) y el 30 de Diciembre bajamos a comprar no recuerdo que cosa al Infotur de Alamar (esto es una pequeña confiteria con productos en dolares para los turistas) y cuando llegamos me encuentro con la agradable sorpresa de ver a Marito por un lado que recién llegaba a visitar a su tía y por otro lado al Cuervo con un grupo de Argentinos que estaban parando nuevamente en casa de Viti, así que aprovechamos la ocasión para preparar la despedida del año en la playa.
Al día siguiente salimos como 15 personas entre cubanos, argentinos y mexicanos a la Vía Blanca y nos tomamos el 62 hasta el Trébol, de ahí bajamos hasta la playa del Tropicoco o Marazul como le seguíamos llamando.
Ahí conocí a Marcela, una abogada porteña que se había pegado al grupo del cuervo en el viaje a Cuba, si bien no era amiga de otros del grupo argentino, conocía al cuervo porque este trabajaba en un estudio jurídico con el que ella trabajaba también.
Por esos momentos yo mantenía una relación de pareja un poco complicada, podríamos decir que embarazosa.
Por esa época yo trabajaba en el Archivo Nacional de Cuba, había llegado al puesto de Administrador de La Red y estaba contento, conseguía algunos pesos extras con mis buceos de fin de semana y sobreviviamos como la mayoría de los cubanos, no se me había pasado siquiera por la cabeza la idea de irme de Cuba.
Había retomado los estudios abandonados tras un par de intentos sin vocación y ya cursaba 3er año de la Licenciatura en Bibliotecología y ciencias de La Información en La Universidad de La Habana, modalidad nocturna para trabajadores.
Pero el flechazo fue fuerte, salimos varias veces, hasta que en Cojimar nos besamos, Marce alquilo un depto a una conocida en la villa panamericana y nos encerramos a amarnos por una semana y algo. Después ella regreso el 31 de enero a Buenos Aires.... el 30 de Abril llegaba yo con 25 años y una maleta de inmadurez.
Casi 10 años mas tarde seguimos juntos, nuestro hijo Teo comenzó primer grado, Marce esta probando una nueva actividad y yo después de pintar casas, atender usuarios en bibliotecas por 300 pesos mensuales y patear los 20 barrios porteños buscando trabajo, he logrado estabilizarme un poco y trabajar como analista de sistemas.
Pero eso será motivo de otro post.
Por ahora creo haber aclarado los motivos (la motivo) de mi partida de Cuba, allá dejé a mis viejos, mi abuela que falleció un año después de estar acá, otra que con 80 y tantos sigue peleandola, 2 hermanos, y un montonazo de parientes. Solo pude regresar en el 2003, gracias a que mi tía junto unos dolares de lo que alquila su depto a turistas y me pagó el pasaje, porque sino no conocerían a mi hijo.
Saludos